Importancia de la semiótica médica. Cada vez se vuelve más importante comprender que existen signos culturales de la enfermedad. La enfermedad no es sólo física
La salud no es un tema cualquiera para la mayoría de las personas. Es un buen momento para comprender también aspectos culturales de la enfermedad. La importancia de la semiótica médica es vital para enmarcar al paciente y sus posibilidades.
Es elocuente el aporte de la semióloga Hilia Moreira. En su libro, Antes del Asco, realiza algunas sugerencias sobre el tema de las convenciones culturales y la enfermedad.
Un conjunto de individuos, animales o humanos, vienen juntos (conviven) para colaborar entre sí y asegurarse, de esa forma, una vida mejor. De modo más o menos consciente, atribuyen significados compartidos a sus actos, incluso los biológicos. Así, lo orgánico, lo funcional, se tiñen de simbolismos, que el propio grupo genera y que termina considerando naturales e inevitables. De esa manera, la cultura toma el lugar de la naturaleza.
El VI Congreso Internacional de Semiótica, que se celebró en Guadalajara, México, en 1997, se llamó sugestivamente: Semiótica, puente entre naturaleza y cultura. En él se presentaron trabajos como «Molestias del alma, molestias del cuerpo», de Norval Baitello Junior. Según ese investigador, el desarrollo de la medicina psicosomática confirma la necesidad de la semiótica como medio más veloz para revelar los signos sociales y culturales subyacentes que afectan la salud física de la persona.
Se fantasea con que la ciencia descubrirá los mecanismos bioquímicos de todas las enfermedades y su consecuente cura. Pero la búsqueda semiótica de sus componentes socio y psicoafectivos y la dimensión comunicativa generadora de traumas, constituyen una contribución decisiva para la eficacia de las ciencias biomédicas. Por eso, el entendimiento de los fenómenos culturales y su integración con el organismo, son hoy parte pragmática de la semiótica de la cultura, escuela que nació en el encuentro de biólogos, linguistas, etnólogos y neurólogos. Actualmente, Norval Junior es asesor semiótico en un centro asistencial de San Pablo, donde se ocupa de intermediar entre pacientes avergonzados de sus enfermedades (impotencia, incontinencia de vejiga o intestino) y médicos tratantes.
El término asco tiene la misma raíz que el italiano àscher (usado en la zona de Reggio). La palabra àscher asocia repugnancia con imágenes de opresión y angustia. Es así como muchas personas viven afecciones consideradas asquerosas por la sociedad. Lo que el semiólogo procura es resignificar la enfermedad. De ese modo, quien la padece modera la sobrecarga cultural de repulsa que puede llevar a mutismo, reclusión, negativa a tratarse y, en casos extremos, a la muerte.
La semiótica aparece como instrumento para recordar al individuo que el significado de sus actos, aun los orgánicos indeliberados, depende de una convención social. Si se hace necesario esa convención puede cambiarse.
Pensemos por ejemplo el caso de un paciente con psoriasis severa. En una cultura que plantea como convención que las personas debemos presentar una piel lisa y suave, y cuanto más, mejor, un individuo que se encuentra con escamas inesperadas y rojizas, evidentemente va a sentir el peso cultural de la enfermedad. Sin embargo, si se le logra transmitir que la piel lisa y suave es una convención establecida culturalmente, y solo eso, puede hacer el ejercicio de resignificar la enfermedad y moderar el peso social.
De ahí la importancia de la semiótica médica.